21/07/2024
A 35 años del estreno de “Cuando Harry Conoció a Sally”: cómo se creó la escena del orgasmo y el cambio de su final
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Fuente: telam
Meg Ryan y Billy Cristal protagonizaron en 1989 una comedia romántica que no fue muy elogiada por la crítica, pero que enamoró a los espectadores a primera vista. Por qué la película superó sus ambiciones y marcó con su nuevo lenguaje las películas de la década del noventa
>Fue amor a primera vista. A esta altura ya se sabe que no hablamos de la relación entre los dos personajes principales, entre Harry y Sally. El amor a primera vista fue el del público que desde que la vio por primera vez 35 años atrás adoptó a esta comedia como una de sus favoritas. La gran comedia romántica de los noventa, la más sutil y encantadora, aunque haya sido estrenada en el 89.
El primer fin de semana la recaudación fue baja. Y las críticas de los principales medios, no demasiado laudatorias, como si los críticos hubieran quedado desacomodados por la gracia luminosa y al mismo tiempo sardónica de la película, sin entender este lenguaje algo desplazado y, por ende, nuevo. Sin embargo, poco a poco, con un boca a boca invencible, el film se convirtió en un extraordinario suceso.
Rob Reiner, el director, se juntó una tarde con la guionista Nora Ephron para pensar proyectos juntos. Él desde hacía años tenía en mente realizar una comedia que fuera la contracara de Escenas de la vida conyugal, de Ingmar Bergman. Reiner la quería llamar Escenas de la vida amistosa, e indagar en la vida de dos amigos de diferente sexo que terminan enamorándose. La pregunta que sobrevolaba en su cabeza era si era posible la amistad entre el hombre y la mujer. Durante ese almuerzo no esgrimió esa idea. Propuso otros argumentos. Ninguno convenció a Nora. Pero en la mesa había un tercer integrante, el productor Andy Scheinman, gran amigo de Reiner. Separados los dos (Reiner de Penny Marshall, la directora de Un equipo muy especial y la actriz de Laverne y Shirley) comenzaron a contar sus peripecias como recientes solteros. Nora Ephron les dijo que ahí, en esas anécdotas, en esas historias, en esa problemática de las relaciones adultas estaba la película.
Reiner aporta el ritmo, los tiempos perfectos del humor y la ternura. Nora la lucidez, la gracia, la profundidad. Es ella la que impide que el film sea un compendio de chistes de hombres, la que construye personajes femeninos atrapantes, inteligentes, contradictorios. Igual que con los varones. Si la película no envejeció, si pese a algunos pequeños detalles resistió los 35 años que pasaron desde su estreno, posiblemente Nora Ephron sea la gran responsable.
La contribución creativa de Billy Crystal no fue menor. Esta, tal vez, sea su mejor actuación cinematográfica. Su compromiso con la película está presente en cada escena. Sus aportes -además de las improvisaciones permanentes- fueron constantes. Crystal luego tendría gran éxito con City Slickers, su siguiente film, y con Analízame, además de su larga estadía como presentador de los Oscar. Pero no se debe olvidar, para reforzar esta idea de que fue algo más que el actor principal, que como director tiene dos obras maestras como El cómico de la familia (Mr. Saturday Night) y *61.En algún momento, para Harry fue considerado Tom Hanks. Pero Hanks estaba buscando algo más serio para su carrera y creyó que esta comedia no iba a colaborar con el prestigio deseado, que era un género menor. La paradoja es que luego, poco después, con Sintonía de Amor y Tienes un Email junto a Meg Ryan y dirigido por Nora Ephron se convirtió en la gran cara masculina de la comedia romántica.Los dos papeles secundarios de importancia también fueron interpretados por dos elecciones improbables pero fructíferas. Bruno Kirby y Carrie Fisher son los mejores amigos de cada uno y terminan formando su propia pareja.
Nadie puede dudar que el momento más memorable de la comedia es el orgasmo fingido por Meg Ryan en el restaurante rodeada por cientos de personas. Todos colaboraron en su creación. En todas las grandes películas, los momentos más memorables se construyen con aportes de muchos, que van dándole una textura al momento, agregando detalles, sumando capas, perfeccionando la situación original
La novia de un amigo sacó el tema en una cena y Nora descubrió que las mujeres reían mientras los hombres miraban perplejos e incómodos. Al día siguiente cuando le contó a Reiner, este recorrió toda la productora preguntándole a sus empleadas si alguna vez habían fingido un orgasmo. La respuesta fue unánime.En sus inicios, en las primeras versiones del guión, sólo se trataba de una conversación entre los personajes. Harry se vanagloriaba de que las mujeres la pasaban bien en la cama con él, y ella le afirmaba que seguramente más de una había fingido. El director propuso mostrar la simulación: podía ser más convincente que sólo contarlo. Show not tell, el viejo principio de los narradores norteamericanos. Meg Ryan pidió que fuera en un lugar público, que iba a tener más efecto.Con la sonrisa irónica de Meg Ryan y su inmediato volver a la ensalada que estaba comiendo podría haber finalizado la escena. Pero en medio del set, Billy Crystal propuso otro remate. Y ese one-liner es el más recordado de la película (elegido entre las 100 grandes frases del cine norteamericano por el American Film Institute). Apenas Sally finaliza su prolongado orgasmo fingido, vemos a una señora mayor (la madre de Rob Reiner en la vida real: Rob decía que lo peor de haberle mostrado a Meg cómo quería a Sally en la escena fue haber fingido un orgasmo delante de su madre) decirle a un mozo: “Quiero lo mismo que ella”; en inglés es todavía mejor: I´ll have what she’s having.
En el lugar en que se filmó, en el famoso Katz’s Deli del Downtown de Nueva York, hay un cartel colgando del techo que señala la mesa en que Meg Ryan fingió su orgasmo.
Otro detalle de esa escena sacado de la vida real. La manera de Sally de pedir comida en los restaurantes está sacada de lo que acostumbraba hacer Nora Ephron. En un almuerzo de trabajo mientras pulían el guión, Reiner fue testigo de unos de esos pedidos específicos, minuciosos, obsesivos y pegó un grito: “Esta tiene que ser una de las características de Sally”. A Nora no le costó nada escribir esas líneas; sólo tuvo que hacer un poco de memoria. Unos años después del estreno, Nora Ephron mientras viajaba en primera clase de un avión ante la oferta para almorzar intentó amoldar el pedido a sus gustos, exigiendo muchas modificaciones. Apenas terminó la azafata la miró y le dijo: “¿Usted vio Cuando Harry Conoció a Sally? Me hace acordar a la protagonista?”.Mientras preparaban el rodaje, Rob Reiner solía tener, por las noches, largas conversaciones telefónicas con Billy Crystal. En varias ocasiones, ambos mientras charlaban sobre la película estaban viendo lo mismo por televisión: algún partido de béisbol, una entrevista, algún clásico de los años cuarenta. De allí, de reconocer esa situación que se había vuelto cotidiana para ambos, provino la escena en la que los protagonistas hablan por teléfono mientras cada uno ve Casablanca en su TV.
La escena tiene un timing perfecto. Es un ballet verbal. Sincronicidad, armonía, impacto y gracia. Está magistralmente escrita pero las actuaciones y la puesta en escena son magistrales. Rob Reiner decidió disponer tres sets para llevarla a cabo. Uno era el principal, el del dormitorio de la pareja de amigos interpretado por Bruno Kirby y Carrie Fisher. En otro estaba Billy Crystal y en el tercero Meg Ryan. No hay cortes, todo sucede simultáneamente. Y no es una situación breve. Durante la filmación nadie podía equivocarse. La escena era de un solo largo plano fijo. Si había errores debían empezar de nuevo. A la interacción de los cuatro se sumaba otro inconveniente, la coreografia. Al principio y al final de las conversaciones debían suceder simultáneamente algunas cosas; por ejemplo debían cortar el teléfono en el mismo momento. Todo eso ocasionó que se requieran 61 tomas hasta llegar a la que queda en la película.
Hay una enorme cantidad de one liners, réplicas brillantes, diálogos cincelados, escenas encantadoras. El primer viaje en auto, apenas se conocen, cuando Harry instala su teoría de la imposibilidad de la amistad entre el hombre y la mujer, que luego irá rigiendo el resto del relato, mientras escupe semillas de uva por la ventana.O la argucia que él mismo encuentra para explicar por qué no funciona lo que tendría que funcionar: “Quizás llegás a un punto en una relación donde es demasiado tarde para el sexo”.
Nora Ephron además de guionista era periodista. Tuvo una idea que, al principio, a los demás no convencía demasiado: incorporar unos inserts en los que parejas mayores contaran su historia de amor mirando a cámara. Esas historias, desgrabadas, luego fueron recreadas por actores desconocidos (la mano de Reiner para dirigir intérpretes queda evidenciada en cada una de estas intervenciones). Esos inserts airean la película funcionan como elipsis, marcan los saltos temporales e incorporan ternura e historias encantadoras. Además sirve para darle circularidad a la historia y ubicar en el último tramo a Harry y a Sally contando su historia, su casamiento con la torta con la crema y la salsa a un costado porque no a todos les gusta.
Otro motivo un poco más profano fue el de la taquilla: una comedia con final feliz funciona (mucho) mejor que la que tiene uno realista pero más amargo. El final original, posiblemente, fuera más acorde a esta historia. Un amor platónico que tiene gran parte de su asidero, de su concreción (porque el amor, la entrega, la intimidad se habían concretado mucho antes, más allá de la noche de sexo) en que siempre hay otras personas entre ellos. O que valoran tanto lo que construyeron sin darse cuenta, casi casualmente, que prefieren sacrificar el contacto permanente para que lo cotidiano no erosione su amor. Tal vez se trate de otra cosa: tal vez cada uno sea para el otro la última reserva, la última carta y siempre crean que todavía no es tiempo de jugarla. Una forma de esperanza.
Fuente: telam